Qué lindo aquí

Parte de mi viaje por Costa Rica, la designé a pasar unos tres, cuatro días por la Playa Santa Teresa de Malpaís en la costa del Pacífico.  


Como suele pasarme habitualmente cuando estoy de viaje, entro en modo barrilete cósmico, y la verdad es que por lo general, no tengo la menor idea de hacia dónde voy. Imaginate si iba a saber sobre este páramo.


El dia de la independencia

Me desperté en Panamá City a las seis de la matina para presentarme una hora más tarde en el aeropuerto destino a Costa Rica. Me alisté y pedimos un taxi mientras me preparaba un mate y unas tostadas para el camino.  

 A los cinco minutos, el taxi se adelantó, entonces con urgencia me colgué todos los bártulos y emprendimos la ruta hacia Tocumen, el aeropuerto internacional de Panamá.

Disfrutando de los mates, el paisaje, el itinerario de mi viaje y las explicaciones turísticas de Gonzalo, el chofer, llegamos con vaselina al aeropuerto. 

Piensa mal y acertarás


Tenía que ir a Tigre y como en los tiempos que corren, tomarse el tren Mitre ramal Retiro-Tigre podría llegar a ser una de las peores experiencias que a uno le pudieran acontecer en un día laboral, me siento un poco galardonada con lo que me pasó en aquel día gris.

Parece que el que ríe último, ríe mejor

En la cochera 7 del estacionamiento de mi edificio, yacen los restos de mi malquerido y malogrado Citroën ZX, modelo '95.

Tras severas hemorragias de aceite, pequeños traumas accidentales, un poco de anemia que dificulta su arranque y una depresión agudizada en estos últimos semestres por falta de contención emocional y mecánica, cuasi falleció el pobre.

Al que madruga, Dios no lo ayuda


Eran las seis y veinte de la matina cuando desgraciadamente empalmaron la aguja que indica la hora y con la aguja de la programación de la alarma despertador. Tititi-tititi. Listo. ¿Qué? ¿Ya está? ¿Tan rápido pasó la posibilidad de descansar? No lo podía creer ni daba más. Pospuse diez. Volvió a sonar y no quedó otra que respirar hondo y erguirse al andar.

Hoy puede ser un gran día

"Hoy puede ser un gran día" se atreve a afirmar confiado Joan Manuel. 

Si tan sólo pudiera levantarme cada día con la constancia de proponérmelo firmemente y dejar la afirmación librada al azar. 

Yo vengo a ofrecer mi corazón

Acaba de arrancar el último día del año y en estos primeros minutos reviso y abrazo al intenso veinte doce. ¡Cuánta vida vivida! 

Es cierto y totalmente probable que en los cientos de días que tiene un año pasan muchísimas cosas. Pero este año especialmente, ya sabíamos que venía cargadito, y yo, no tuve la mejor idea que hacérmelo cargo. 

Me quedo pensando en estos dos términos que acabé de usar: "pasan" y "cargo". 

Bravísimas palabras si las hay. A las que con anterioridad no les había prestado ni la más remota atención. 

Hoy me resuenan, hacen eco en mi alma, las pienso y las siento. 

"Pasan"... Pasan y siguen. Pasen y vean. Al paso. Pasa la barrera. Prohibido pasar. El tiempo pasa. Pase nomás. Pasa de uva. Todo pasa. Pasarlo por alto. Pasá de largo. Ay... 

Esta familia de palabras significa muchas cosas, como las familias en general supongo. 

Pero a mí especialmente en este momento me suena a liviano, a quedarse en la superficie, a no entrar en lo profundo, a no animarse a ser parte. 

Y "cargo"...ufff. Peso. Bulto. Contenedor. Llevar con fuerza. Esfuerzo. Algo extra que se suma a lo que ya es. Poner el cuerpo. Realidad. Levantar algo. Empujar. Mover. Cansancio. Hombro. Exceso. Más de lo que se puede. Muchas son las ideas que recorren mi cabeza. 

A decir verdad, en este año viejo me he sentido más viva que nunca en mi vida. 

Creo que es porque me permití ser real. Ser más cuerpo, ser más alma, ser menos mente. 

Viví y dejé morir. Como escribieron y cantaron Paul y Linda. 

Siempre viví, sí, es verdad. Pero este año viví sintiendo en lo hondo, escuchando el fondo, desempolvé deseos, encontré miedos, descubrí sabores, volví al núcleo, me dejé atravesar por el dolor profundo de la existencia, liberé emociones, sangré soledad y vacío, pedí abrazos, enjuagué angustias, acepté diferencias, permití la sabiduría del silencio. 

Dejé morir mecanismos, a Peter Pan, broncas, relaciones perdidas, ideas sobre ciertas cosas y autoexigencias. 

Me animé a parir esperas, a caminar a oscuras, a recibir emociones, a enamorarme, a quebrarme en mil pedacitos, a mostrarme vulnerable, a sentirme débil. 

Este año no dejé que las cosas pasaran y punto. 

Este año dejé que esas cosas, que de todos modos iban a pasar, me pasaran. Dejé que me atravesaran. 

Las hice cargo. 

Dejé que pasaran, claro, pero esta vez fui sintiendo el peso que cada una de esas cosas tiene. 

Las encarné, las sentí, las emocioné, las abracé y las brindé. 

No voy a mentir. Me sentí muy mal y desinstalada. Pero la verdad es que me sentí realmente viva, más sincera conmigo y mucho más amable con mi existencia. 

De a poquito voy intentando despegarme de mi mejor idea sobre mí y siento que despacito voy volviendo a lo más profundo de mi alma. 

Y me sigue doliendo... pero con la satisfacción y ardor de arrancarme una cascarita, y así y todo, siento el placer de acercarme a mi esencia. O a mi "muchosidad", como le dice la oruga a Alicia. 

Ati Irazusta 
en el paraíso por parir al dos mil trece 
31 de diciembre de 2012





El encuentro de dos mundos


Este año el colegio de Tigre en el que trabajé tantísimos años, festeja su 50º aniversario y para celebrarlo hicieron ayer, una cena con baile para docentes y ex alumnos. Particularmente no soy ni la una ni la otra, pero sí una combinación de las dos: ex docente o ¿kelper?. La nada misma o la toda repleta de recuerdos y emociones. Fue una gran sorpresa recibir el excepcional convite, al que accedí sin dudarlo.

¡Honor y gratitud, y gratitud!


Si hay algo que nunca me hubiera imaginado que me iba a pasar era que dedicaría mi vida a la docencia.
No lo mamé en casa ni entre mis amigos, tampoco en el colegio.

El camaleón mamá


Pasaron tres meses desde que me mudé de hogar y con aquel simple cambio de domicilio, se mudaron conmigo mecanismos, miedos y con ellos me abrí a sentir y experimentar la vida de otra manera.

Peter Pan, dejame volver de la Tierra del Nunca Jamás


Hoy, segundo domingo de agosto, se festeja como todos los años en nuestra cultura familiar y comercial, el día del niño.

Y llegada la tarde, me di cuenta de que me había olvidado por completo de este día. Bueno, en realidad, no visité a hijos de nadie, ni mis padres me saludaron. No pude reclamar ningún regalito. Maldita sea. ¿Será que ya estoy para otros trotes?

La importancia de llamarse Ernesto


Hace dos días que vengo jugando a la mamá con mi sobrino y ya puedo reconocer que esto de hacer pooles y llevar y traer me pone bastante de la nuca. Digo esto, visto y considerando que mi coche turbo diesel modelo 95, no facilita ni mejora el asunto.

Me lo dijeron

Cansada, después de pocas horas de sueño y de una ardua jornada laboral, luego de que me acababa de desayunar que la bruja de mi compañera de trabajo me dejó plantada en la puerta del colegio, decidí patear siete cuadras hasta la estación.

Yo quiero ser normal igual que las novelas que miro por la tele

En este momento de arduo malhumor y tensión superficial corporal malagana, malacara y malagata, hallo sería conveniente no ser parte de mí.

Se me soltó la rienda

Ando mendigando chirolas y contando cautelosamente el mango desde el día uno que volví del país en el que verdaderamente reinan el orden y el progreso.

Las cosas son así

Creo en la magia de los lugares particularmente bellos y acogedores. Mi terraza es uno de ellos, por ejemplo. Decime si no.

También creo que a veces los otoños traen primaveras, brotes y sorpresas.

A mí la lluvia no me inspira, a mi vecino sí

Hubiera podido escribir los versos más tristes esta noche pero me da fiaca. Encerrada en mi casa, gozo de la depresión de la lluvia envuelta en una manta de pesares carcomiéndome entre deudas, soledad, tinieblas y fastidio de lunes marrón, cuando de repente suena el timbre.

Al lugar donde has sido feliz, deberías tratar de volver

Qué linda que es mi terraza. Colores, plantas, luces, música, vida e ilusión. Sin embargo, no había vuelto al lugar donde mis plantas viven desde hacía ya quince días. La última vez que había estado allí, me había sentido con alegría de amor. 


Yerba mala nunca muere

De tanto en tanto, las tormentas me gustan. Sobre todo cuando las abundantes gotas lavan mi auto, riegan mis plantas y a parte de eso, sopla una brisa suave después de largas jornadas de calor extenuante. Necesidades imperiosas ante la falta de economía con flujo de fondos, la falta de ímpetu regador y la falta de aire en el ambiente. Sería como una lluvia de triple generala. Estos momentos de lluvia me copan y me dan alegría, pero solamente de tanto en tanto. Ya que a veces la muy guacha te hace tachar la generala, la doble y sin piedad te deja en Pampa y la vía.

Antigua vida mía

A mediados del mes de enero, nuestro largo, congestionado y prometedor itinerario de viaje, nos llevó a recorrer la ciudad de San Francisco.

El viajar es un placer que nos puede suceder

Cuando uno se va de viaje, por lógica, entusiasmo, ansiedad y sentido común, lo más normal creo que por lo general, es resolver planearlo al menos un poco con anticipación.


Que alcen la voz, que hagan al mundo escuchar

Hace algo menos de una semana tuve algo así como una nubosidad variable de lo que sabía ser claridad en mi mente respecto de la idea básica y vital sobre algo.

La vida es como andar en bicicleta

Sí, claro. Para mantener el equilibrio hay que seguir andando. Salvo que, obviamente te llame Pekerman, o en el más remoto de los casos, te distraigas frente a la belleza o te aceche la desconfianza.

Las hay

Estaba por pasar por debajo de una escalera, cuando tres hombres me miraron y sonrieron cuando les pregunté: ¿Paso? ¿Qué dicen?

Al beso de la mujer araña te lo doy yo

Acabo de ir al baño a buscar algodón para removerme el esmalte desgastado de las uñas, cuando sentí una presencia. Miré a mi alrededor y me di cuenta de que ya no me encontraba más con mi soledad.

Un buen nombre es lo más valioso que uno puede tener

Yo pensaba que Jorge era un nombre común, hasta familiar te diría. De hecho, así llamaron a mi abuelo y también a mi tío para honrar al padre, supongo. Pero hace un par de días, me di cuenta de que no era así. No señor, “Jorge” no es un nombre de hijo de vecina, ni es un nombre cualquiera. Al parecer es mucho más que eso.

Pídeme la luna

Ayer a la tardecita, estaba conmocionada con muchos pensamientos inconducentes y una sensación rarísima, sí rara y no muy grata. Estaba manejando, en mi caso, era un momento ideal para dejar a mi mente merodear, irme por las ramas y tal vez, llegar hasta el infinito y más allá en pensamientos, quién sabe más lejos también.


La llamada

Hoy es el día de los enamorados. Qué lindo, qué cursi, qué inoportuno, qué mierda.

A mi teléfono fijo llega un llamado. Lejos de esta costumbre, lo dejo sonar. Una, dos, tres, cuatro veces y atiendo, entonces, silencio.

La máquina del tiempo

Lo que voy a contar está lejos de ser una historia de amor, porque a decir verdad, nunca llegó a serlo, o tal vez eso creo yo. Hace un par de meses, tomé una decisión respecto de este amor no correspondido.


Mírenme, soy feliz, entre las hojas que cantan

Subo a la terraza a regar mis plantas salvajes, ver las estrellas y quien te dice fumarme un cigarro pensando en qué hermosa que es la vida y agradeciendo la buena fortuna que tengo de vivir en este precioso lugar.


Pesos, cervezas y rock & ron

Nuestros días en Medellín no hubieran sido tan ricos de no habernos topados con este paisa, o al menos eso es lo que creemos. Paisa se le dice a los oriundos de Medellín y aledaños.


Cartagena, carta llena

Llegamos a Cartagena de Indias, azoradas por el calor y decidimos que esa tierra caliente era la una vez  descubierta por Cristóbal Colón. Nos sentimos orgullosas de pisar ese suelo histórico, lleno de callecitas y balcones coloniales durante tres días, hasta que nos dijeron que no era cierto.


El día del fin del mundo (intro + 4 caipis)

Intro

El día del fin del mundo lo llamaremos al conjunto de emociones y acontecimientos que nos sucedieron el jueves 30 de diciembre del año 2010.

No creemos en vivir para contarla, pero estamos de acuerdo en que si un día puede reunir sentimientos de alegría, odio, miedo, adrenalina, gozo, cansancio, tolerancia, admiración, impaciencia, equipo, mamitis, riesgo, esfuerzo, valentía, angustia, diversión, compañerismo, caos y cosmos, deber ser contado y en detalle minucioso para compartirlo y no olvidarlo nunca jamás.

De vez en cuando la vida

En la vida pasan muchas cosas y nos pasan muchas cosas también. Y claro, si está llena de segundos la vida. Sesenta de ellos hay en un minuto, es mucho, es poco, no lo sé todavía. Al fin y al cabo todo lo que nos mueve y nos va pasando dura eso, segundos…uno, dos, tres.


Corran muchachos, se viene la avalancha

Cajas Navideñas en noviembre, ¡ufff! ... La sociedad, o sea trabajo y gente, nos embute, abruma y agobia con maletas repletas de preocupaciones, ciclos, fechas de entrega, ansias, cierres, balances, cenas de fin de año...

Yo vivo en un barrio tranquilo

Hace tres meses que me mudé a un edificio de alrededor de treinta años de antigüedad, podría decirse de él “viejo” o quizás “antiguo”, pero no lo es. Tiene todo aquello que toda persona como yo, o tal vez solamente yo, pudiera desear referente a su arquitectura e instalaciones.