Hace exactamente tres meses estaba sentada en la misma silla roja que estoy sentada ahora esperando a que me atendieran.
Para aquel octubre merodeaba la incertidumbre y comenzaban los días de oscuridad, de ver menos, de planificar una visita al osteópata, al oculista y tantos otros. Pienso que aún no estaba muy segura de lo que quería y que estaba esperando que algo o alguien de afuera viniera a resolverme.
Estaba esperando a que me atendiera la señorita de TACA Airlines y que explicara para que servía el boucher con el que nos habían indemnizado en las vacaciones. Sondeaba destinos y tarifas que no me convencieron y me fui cabizbaja y un poco ciega por la calle Carlos Pellegrini pensando en qué sería de mí.
Para este enero merodeo entre la naturaleza de la isla y los amigos que visitan con sencillez y alegría. Ya no siento aquella incertidumbre. La espera y la paciencia tuvieron su fruto y así fui decidiendo mi rumbo en esta nueva estación. Aclarando caminos. Afianzando sueños posibles y descartando sueños que no pudieron ser, mal que me pese.
He te aquí que después del comienzo del año, recordé que el famoso boucher otorgado por la aerolínea tenía un vencimiento y me quedaba solamente una semana para darle uso.
Aproveché entonces, la venida al continente para pagar el alquiler y cuentas, supermercadear un poco, visitar a la familia y confirmar que me volví una chúcara isleña en dos minutos, para tomarme el happy tren mitre hasta microcentro y ver qué onda.
La verdad, es un día hermoso, camine por la Buenos Aires que camine. Ya recibí buenas noticias de unos amigos queridos. Falta un número y me llaman. Quién te dice tenga buenas noticias para mí también y estaría haciendo realidad mi viaje por Centroamérica.
Lo más interesante de todo es que lo estoy haciendo como si jugara a la lotería. Si no sale, me da igual. Ya estoy bien.
Ay me fue bien. Me voy nomás. Eoe salchichas con puré jey.
Ati Irazusta
Sucursal Taca Microcentro, 3 de enero de 2013
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