Parece que el que ríe último, ríe mejor

En la cochera 7 del estacionamiento de mi edificio, yacen los restos de mi malquerido y malogrado Citroën ZX, modelo '95.

Tras severas hemorragias de aceite, pequeños traumas accidentales, un poco de anemia que dificulta su arranque y una depresión agudizada en estos últimos semestres por falta de contención emocional y mecánica, cuasi falleció el pobre.