Házte fama y échate a dormir


Venía de más en más, hasta que inevitable e inesperadamente, un menos actuó en consecuencia.

Hace una semana que vengo con más pilas, más entusiasmo, más sonrisas, más llanto, más río, más bici, más rezos, más pucho, más gratos encuentros con amigos, más trabajo que nunca en mi vida, más lectura, más tranquilidad, más suerte (me gané una comida y una orden de compra, cuac), más abrazos, más birra, más música y a todo esto con menos horas de sueño.

Estamos hablando de unas cuatro y pico, cinco horas de sueño diarias y cero stock acumulado de siestas en mi haber.

Les contaba entonces que ocurrió irremediablemente la desgracia.

Eran las tres de la tarde y estaba trabajando en la clase de segundo inglés con las alumnitas que venían a corregir unas preguntitas que habían contestado.

Aprovechaba los baches en los que no se me acercaba ninguna de ellas para corregir otras cosas y rajar lo antes posible de la institución a echarme al menos por un rato. Ya sentía que la tele se me estaba apagando y que no había salpicón de agua en la cara que pudiera congeniar con palma tal.

Se me acerca entonces, una dulzura de niña a mostrarme su trabajo por segunda vez mal realizado. Con mucho cariño y las ganas de voz que me quedaban, luego de una ardua jornada de hablar en voz alta, (pucha cómo hablamos las maestras, qué limantes somos), le sugiero que traiga su cuaderno para leer el texto juntas. Vuelve al rato con el cuaderno preparado para leer.

Esta niña es tan suave como picarona y distraída, y se la pasa jugando con cositas que se inventa y hablándole a amigos imaginarios, supongo porque yo no veo a nadie a su alrededor que la distraiga.

El caso es que comenzó a leerme en un tono de pajarito soñoliento que parece ser resultó uno de los arrorroes más efectivos de mi vida. Entré en un coma de hipnosis supremo y sentí el humo del opio adormecerme. En un instante cayó mi cabeza, mis ojos se apagaron y sucesivo estado de meditación profunda. En criollo, la quedé.

Pasados lo que tarda una niña distraída de siete pirulines en leer ocho oraciones en inglés, ponele tres minutos o menos, volví. Pero no volví en las mismas condiciones. Retorné con mucha energía y mucha luz.

Debo haber sentido una presencia fuerte que me observaba, a raíz de la cual, en un calmo sobresalto me desperté, la miré y le hice retomando en lo que habíamos quedado en un correctísimo inglés, la única pregunta que necesitábamos para avanzar en su comprensión del texto. Me la respondió satisfactoriamente, la miré complacida y sonrió.

Ni lo notó, yo tampoco. Lo que sí, me sentí mejor y más aliviada el arduo día continuaba y mucho requería de mi energía linda.

Y haciendo alusión al refrán de la fama, como la mía es de la buena y nadie me va a decir nada, la aproveché para dormirme un ratico.

Ati Irazusta
Wake me up when September ends que no doy más, 30 de agosto de 2012

http://www.facebook.com/notes/ati-irazusta/h%C3%A1zte-fama-y-%C3%A9chate-a-dormir/418884118169500

2 comentarios:

  1. Me gusta tu sueño, me gusta tu franqueza, me encanta tu alumna,y tambien tu siestita. Pero lo que más, más, me gusta, es tu forma de escribir.

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